Historia
Todo empezó en unos terrenos del pequeño y tranquilo pueblo de Vilajuïga, donde un pozo aparentemente modesto abastecía de un agua singular a los vecinos, que bajaban por unas escaleras para obtenerla. No era un agua normal, y el pueblo lo sabía porque en seguida se le atribuyeron propiedades mineromedicinales. Esas escaleras ocultaban algo bueno…
Ramón Margineda, viendo que el agua mineral del pueblo gustaba tanto, fue quien constituyó una sociedad bajo el nombre Aigües de Vilajuïga. Poco después, el 15 de julio de 1904, fue declarada agua de utilidad mineromedicinal. Su instinto empresarial y su espíritu emprendedor no se equivocarían.
A partir de entonces, la sociedad empezó a dar a conocer su sabor y su personalidad única en Gerona, Barcelona y Andorra y, un tiempo después, en casi todo el territorio catalán.
Gracias a sus cualidades únicas, el agua Vilajuïga se popularizó rápidamente. Una muestra de ello es que, en 1910, el prestigioso artista Leonetto Cappiello diseñara un cartel publicitario para su comercialización, que hoy en día es una valiosa pieza de coleccionismo. O el mecenazgo de la primera vuelta ciclista de Cataluña en 1917.
Las ventas y la exportación crecieron con fuerza y el agua Vilajuïga se enviaba a las Américas. Una muestra de ello fue cuando en 1929 el éxito de Vilajuïga fue premiado con una Medalla de Oro de la Exposición Universal de Barcelona. O por ser un referente y objeto de elogio de distinguidos artistas catalanes reconocidos internacionalmente como Josep Pla, Salvador Dalí o Ferran Adrià.